martes, 23 de abril de 2013

Supongamos que...



...Tengo hambre de ti desde el primer  “hola”, que necesito un descanso de todo menos de tu boca, que nuestras noches son compatibles y nuestros cuerpos encajan perfectamente como un puzle de dos piezas.


Supongamos que estoy pendiente de ti, de tus uñas,  a ver si de una vez me arañan espalda y dudas, supongamos que me fijo en nuestros pies cuando acompasan su ritmo al caminar.



Supongamos que prometes fugarte conmigo el día de tu boda.
Supongamos que me sale tener detalles estúpidos contigo.

Supongamos todo esto, aunque yo sólo sea un tipo al que no le importa andar por la noche porque no puede hacer otra cosa que pensar en ti.

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