jueves, 19 de mayo de 2011

Carlos

Cerró los ojos pero al rato los abrió de nuevo sin resultado alguno, empapado en sudor volvió a hacer ese estúpido ritual, esa extraña danza que cada noche repite, dar vueltas en la cama a la vez que observa sus ojos en la oscuridad de su habitación, donde aun susurra su nombre, lo hizo durante tanto tiempo que creyó oír su risa, justo esa que ponía cuando él la contaba uno de sus chistes malos. Fue entonces cuando saltó de la cama, subió la persiana mientras sus pensamientos parecían escribirse en el vaho de la ventana y allí estaba ella en el parque que hay enfrente de su casa con un tío al que no reconocía, le veía un tanto borroso quizás a causa de las lágrimas que se asomaban a sus ojos como queriéndose enterar de lo que allí pasaba.

-Seguro que no la hace tan feliz como yo solía hacerlo, seguro que no me llega ni a la suela de los zapatos. Dijo en voz baja.
-Si... Seguro que es eso. Susurró una vez más como afirmándose.
- ¿Y ella?.... Ella no me merece, ¡pst!  total... No me daba tanto.
Pero no pudo mentirse más; se derrumbó y volvió a la realidad.
-Dios...¿ a quien pretendo engañar?, si no me lo creo ni yo. Bueno tarde o temprano se dará cuenta de su error, vendrá y me pedirá que vuelva... si, eso es, eso pasará y yo vacilaré tres segundos antes de decirla que sí, ocultando mi deseo.
Reflexionó durante unos segundos y dijo:
- Sí, ya sé, el poco tiempo libre que me quede lo dedicaré a olvidarte, tan sólo espero acordarme de hacerlo.

1 comentario:

  1. Este no es mi entrada alegre...y despues de la noticia k me has dado hoy me debes una maldita entrada alegre...¬¬

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