... despedidas en una estación de metro, de las que no
quiero darte, hablo de perdernos entre los brazos y que nos marchemos tú a tu
casa y yo a preguntarme por qué no sigo tu camino.
Hablo, hablo y hablo pero lo que quiero, es que vuelvas a
ponerme esa cara capaz de recogerme todos los inviernos y ponerlos a calentar.